Es interesante ver cuándo algo causa ruido y por qué. Vemos que la ley que hace que una propuesta cause revuelo entre la población es la exposición de postulados simples, de una manera simple. Y Educación 2020 es un hermoso ejemplo de simplificación de propuestas. Dirigida por Mario Waissluth y blindada por el Centro de Estudiantes de Injeniería (no podía resistirlo) de la Universidad de Chile, el Centro de Alumnos de Ingeniería de la Universidad Católica, y el Centro de Estudiantes de la Universidad Diego Portales, esta propuesta ha logrado cruzar todos los espectros en base a un mantra suficientemente simple.
¿Qué queremos lograr?
“Que el 20% más rico y el 20% más pobre de Chile tengan una educación de un nivel similar para el 2020″.
¿Cómo se hace?
Aumentando las competencias de los profesores, y reformando el Estatuto Docente para incorporar incentivos mayores para que los profesores se especialicen.
¿Por qué?
Porque las pruebas internacionales nos muestran entre los últimos lugares en educación, porque denigrar la educación fue en este país, por mucho tiempo, una política de estado.
¿Qué tenemos que hacer?
Bueno, ofrecerle a los profesores un sueldo de $1.000.000 promedio por lo menos para que las personas con altos puntajes PSU se decidan por la pedagogía; capacitar y retirar si es necesario a nuestros profesores actuales, cierre de carreras de pedagogía “Marmicoc”, institutos profesionales de dudosa calidad enseñando pedagogía, echar a los directores vitalicios, y muchas otras cosas.
¿El problema?
Mucho de esto requiere una reingeniería seria de la orgánica educacional, que debe partir de la Ley General de Educación, y continuar con las leyes que nos rigen. Y Educación 2020 no se hace cargo de muchos puntos importantes.
Más problemas de los que creíamos.
Más problemas de los que creíamos.